Lealtad, o
falta de, es lo que se escucha cuando los fanáticos de los Celtics hablan del
cambio que pone el fin a una era en Boston. Paul Pierce y Kevin Garnett, las
dos terceras partes del “Big 3” que trajo relevancia a una franquicia sumida en
la mediocridad por dos décadas fueron enviados a los Nets, junto con Jason
Terry a cambio de tres selecciones del Draft y otros 5 jugadores.
Muchos acusan a Boston de salir de Pierce cuando declina en sus habilidades en vez de permitirle retirase como un Celtics por agradecimiento a sus logros vistiendo la camiseta verde, blanco y negro.
Muchos acusan a Boston de salir de Pierce cuando declina en sus habilidades en vez de permitirle retirase como un Celtics por agradecimiento a sus logros vistiendo la camiseta verde, blanco y negro.
No debe
sorprenderle a nadie esa movida por parte de Danny Ainge, presidente de
operaciones de Boston. Es sabido que Ainge le dijo al Patriarca de los Celtics
Red Auerbach que debió haber cambiado a Larry Bird al final de su carrera
mientras tenía algún valor. Y creen que le temblaría el pulso para cambiar a
Pierce y a Garnett? Claro que no.
Lamentablemente
la NBA es un negocio donde hay muchas emociones de por medio de parte de quienes
consumimos ese producto. En cualquier otra industria una transacción de esta
naturaleza hubiese sido aceptada como excelente y es más, Danny Ainge hubiese
sido aplaudido por su buen sentido de negocios.
La verdad
es que en la NBA la lealtad no existe, ni de parte de los dueños, ni de los
jugadores, ni de los fanáticos.
Shaq y Dwight abandonaron a Orlando. Kobe pidió
que lo cambiaran e hizo mil pataletas hasta que le buscaron a Pau. Ray Allen se
fue al rival de Boston, Nash aunque con mucho tacto y gracia se fue a un rival
de Phoenix. Y ni hablar de “La Decisión”.
Paul Pierce
tampoco ha sido lo más leal que digamos. En Julio del 2010 ejerció su derecho de
terminar su contrato un año antes para irse a la agencia libre y firmar en
menos de 24 hora otro contrato de cuatro años con Boston. Pura estrategia de
negocios. Paul sabía que después de haber perdido las finales del 2010 donde tuvo
un pobre desempeño (un triste 43% de campo) nadie le iba a dar mas dinero que
Boston. Después de dos apariciones en las Finales de la NBA en forma
consecutiva, Boston quería mantener ese núcleo junto.
Y donde
quedan los fanáticos? Somos los menos leales porque desde que un jugador ya no
produce de igual manera, somos los primeros en virarnos y culpar a los
jugadores. Empezamos campañas en twitter y Facebook para que los cambien, los
abucheamos, en fin, tampoco somos leales.
Solo somos
leales a campeonatos, a desfiles, a nada más. Por eso Danny Ainge hizo lo
correcto y aquí todos salen ganando.
Boston
recibe 3 selecciones del Draft y el contrato expirante de Humphries. Brooklyn recibe
dos veteranos y un excelente sexto hombre en Jason Terry. El millonario ruso, Mikhail
Prokhorov, dueño de los Nets tiene un buen producto para que su fanaticada siga
gastando en entradas (Una arena nueva solo es atractivo el primer año). Pierce
y Garnett (quien felizmente eliminó la cláusula de no cambio en su contrato)
tienen otra oportunidad de destronar al Heat ya que pienso que los Nets
dependiendo que tan rápido se acoplen son un equipo contendor al título.
Tal vez
hubo un tiempo donde la Lealtad significaba algo en la NBA, cuando los equipos
eran operados por familias y sus dueños que empezaron con esos equipos antes de
la bonanza de la NBA (A la Jerry Buss en Los Ángeles o Peter Holt en San
Antonio), y no por grandes conglomerados de millonarios.
La única lealtad
que yo veo hoy en la NBA es al dinero.